
Las crisis son siempre consecuencias de un fracaso de lapolítica. La diagonal que funcionó durante más de dos años, entre el gobiernode Macri y un peronismo racional, se atascó esta vez. O nadie pudo trazarla.
De esas frustraciones sacan provecho las propuestasextremas. ¿No fue, acaso, Cristina Kirchner la primera que, a principios deabril, presentó un proyecto para retrotraer el precio de las tarifas deservicios públicos a enero de 2017?
No fue ese el proyecto que terminó votando el Congreso, peroningún peronista pudo sustraerse al ímpetu que la expresidenta le había dado altema. Lo que salió no es, de todos modos, muy distinto.
Cuando se dice que las tarifas de gas y luz deben retrocederhasta noviembre del año pasado, como estipula el proyecto aprobado por elCongreso y vetado por Macri, en rigor se están retrotrayendo los precios aabril de 2017, que fue la última vez que aumentaron.
Es cierto que hay muchos peronistas que no quieren estar allado de Cristina, pero nadie puede negar que ella tuvo la primera victoriapolítica desde que se fue del Gobierno. Y que le propinó a Macri, directa oindirectamente, su primera derrota política. El conjunto del peronismo laayudó. El microclima que viven senadores y diputados (los diputados, sobretodo) se retroalimenta de versiones y suposiciones que terminan siendoimprobables certezas. En los pasillos de la Cámara de Diputados se hablaba enestos días de que llegará pronto el día en que deberá convocarse a una AsambleaLegislativa para elegir un nuevo presidente o que se deberán anticipar laselecciones presidenciales de octubre del año próximo. Algunos políticosacostumbran, por ansiedad o por conveniencia, dramatizar los conflictospolíticos. Sergio Massa también anticipaba la renuncia de Cristina Kirchner ennoviembre de 2013, poco después de que él ganara las elecciones bonaerenses yde que la entonces presidenta fuera operada en el cráneo. Ni Cristina renuncióni Massa tuvo una elección presidencial en su mejor momento político.
Massa fue también ahora el que hizo un boceto máspresentable (comparado con el populismo sin medidas de Cristina) del proyectode tarifas. No obstante, el exalcalde de Tigre no puede ignorar que retrotraerel precio de las tarifas a noviembre significaría que las tarifas volverían atener el valor de hace más de un año en un país carenciado de energía. Cristinaes Cristina y ya sabemos que a Massa lo mueven solo las encuestas. La preguntainevitable es por qué el resto del peronismo se dejó llevar por esa sublevacióndemagógica. Si fue cierto que diputados y senadores peronistas decidieron sinimportarles la opinión de sus gobernadores, entonces deberá concluirse que elperonismo pasó de la fragmentación a la anarquía. Cualquiera hace ahí lo quequiere. Un caos. Pero ¿fue realmente así? Las versiones más insistentes en elCongreso sostienen que los gobernadores dejaron hacer, con la excepción de JuanManuel Urtubey, que presentó un proyecto alternativo y sus senadores votaron encontra de la iniciativa que venía de Diputados. Los otros mandatarios apoyabanen público el proyecto de Urtubey, que significaba una reducción de la cargadel IVA en las tarifas, pero deslizaban en los oídos de los senadores que no seentusiasmaran con esa iniciativa. El IVA es un impuesto coparticipable y, porlo tanto, cualquier reducción significa menos recursos para las provincias.
Cuatro gobernadores, además, estuvieron en Tailandia lasemana previa a la crucial votación. Nadie se priva de nada. Los gobernadoresse ocuparon, sí, de que el proyecto aprobado y vetado comprendiera en el casode la electricidad solo a Edenor y Edesur, que distribuyen la correspondiente ala región metropolitana; es decir, la Capital Federal y el conurbano. Defendían,así, a las empresas de electricidad provinciales, muchas de ellas estatales.Provincia de Buenos Aires (en toda la región no comprendida por el conurbano),Mendoza, Salta, Neuquén, Entre Ríos y Córdoba tienen tarifas eléctricas muchomás caras que las que cobran Edenor y Edesur. ¿Los gobernadores se preocupabanpor lo que deberán pagar los que habitan en la Capital y el conurbano y no porlo que ya pagan los ciudadanos de sus provincias? La pregunta interpela inclusoal presidente del radicalismo, Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza, y elprimero en llevarle a Macri la crítica por el aumento de tarifas
Como se ve, las crisis las incuban no solo lasconspiraciones, sino también la frivolidad. ¿O no fue igualmente frívolo que enesos días algunos radicales (no todos, es justo aclararlo) plantearan suspretensiones de más cargos para las elecciones del año próximo? Solo sonámbulospolíticos podían hablar de esas cuestiones cuando la oposición organizaba en elCongreso una batalla política en la que el Presidente podía salir perdidoso. Elperonismo ha insistido en que las primeras quejas por el aumento de tarifassurgieron de los aliados del Gobierno, de Elisa Carrió y del radicalismo. Escierto. Pero una cosa es acordar un prorrateo en el pago de las futurasfacturas, como pactaron Macri y Carrió, y otra cosa es borrar todos losaumentos desde abril del año pasado, que es lo que aprobó el peronismo.
La gravedad de la situación debe inscribirse en undeterminado contexto. Al país lo sacudieron en los últimos meses cuatro plagas.La sequía que afectó la producción del campo y dejó pérdidas por 8000 millonesde dólares; la insistente suba del precio del petróleo para un país que esimportador neto de petróleo; el fortalecimiento del dólar y la suba de lastasas de interés en los Estados Unidos, que se llevó inversiones financieras detodos los países emergentes, y las convulsiones internas de su política.También hay que peguntarse si la dramática crisis política de Brasil y susconsecuencias en la economía no se convertirán en la quinta mala noticia parael país. A su vez, la tranquila Europa se estremeció en estos días porprofundos conflictos políticos en dos países importante, España e Italia, quetienen un porte mucho mayor que Grecia, cuya crisis puso en jaque en su momentola estabilidad de la comunidad europea.
Las trastornos de la política local y las versiones fácilessobre el contenido del próximo acuerdo con el Fondo Monetario (que se terminarámás rápido de lo previsto) espolearon el precio del dólar. Nicolás Dujovnetiene el mérito de ser uno de los economistas que mejor conocen los pasillos ydespachos del FMI. Fue el negociador argentino con el organismo en tiempos deRoque Fernández. Ahora le tocó volver en representación de Macri. Funcionarioseconómicos confían en que la ansiedad por el dólar se calmará cuando se firmeel acuerdo con el Fondo y pueda verse que no habrá ninguna imposición parasubir el tipo de cambio. La economía volverá a crecer en el último trimestredel año y crecerá durante el año próximo a un ritmo lento del 3 por ciento. Hayfuncionarios que reconocen que la propuesta electoral del Gobierno deberá ser,con tales pronósticos, más política que económica.
La crisis y el contexto dejaron un resultado raro. ElGobierno estaba más entusiasmado después de la votación que antes. Habíaquedado claro para la sociedad, se escuchó decir, quiénes son los responsablesy quiénes los irresponsables. El peronismo advirtió un saldo parecido. Elinfluyente senador Miguel Pichetto, que hizo un perceptible esfuerzo discursivopara diferenciarse de Cristina, pidió después de la votación que se dé vueltacuanto antes esa página lamentable y se renueven los esfuerzos para buscaracuerdos entre el oficialismo y la oposición. “Solos no pueden, y juntoses difícil”, aceptó, pero se manifestó dispuesto a negociar el presupuestodel año próximo. Pichetto necesitará del compromiso de los gobernadoresperonistas, que han sido siempre su fuente de poder en el Senado. Un próximofracaso político no será ya una casualidad ni un malentendido. El peronismohabrá dejado constancia de que se convierte en un animal político depredadorcuando cree que el poder está a la vuelta de una esquina incierta.