Lunes, 19 de mayo de 2025   |   Campo

Superaron dificultades como empresa gracias a una gestión eficiente

Superaron dificultades como empresa gracias a una gestión eficiente

“La Julia” es una firma familiar de los Mayorga que gestiona aproximadamente 5,500 hectáreas en el partido de Pellegrini, al oeste de Buenos Aires. Estas tierras se dividen en tres campos, siendo La Julia uno de ellos, el cual alberga los dos tambos de la empresa. En 2024, llegaron a ordeñar un promedio de 700 vacas, alcanzando picos de más de 900 animales activos en producción.

El establecimiento sigue un sistema de rotación agrícola por tercios, alternando entre girasol, soja y maíz. Además, dedica un 10% de su superficie a cultivos de invierno, como cebada y trigo, así como especies destinadas a semillas, como centeno, vicia, triticale y avena. Juan Palazzo, asesor agropecuario de la empresa y miembro de la Regional Aapresid Trenque Lauquen, comenta en un informe de Aapresid para LA NACION que “el manejo agrícola se caracteriza por una fuerte apuesta a la diversificación, incorporando cultivos de servicio como el centeno y la vicia, además de una gestión adaptada por ambientes”.

Palazzo también menciona que “las dos últimas campañas han sido extremadamente difíciles para la agricultura, con promedios de menos de 1,000 kg/ha en soja, rendimientos muy bajos en cultivos de invierno y maíz que no alcanzó los niveles históricos de la zona”. Ante esta situación, destaca: “El impacto económico fue considerable. Si no hubiéramos operado el tambo con eficiencia, no sé cómo habríamos podido mantenernos”.

El tambo de La Julia, un pilar clave en la estabilidad de la empresa homónima, recibe visitas de alumnos de escuelas rurales con el objetivo de fomentar el interés por la actividad. Según el mismo informe, los tambos de La Julia se distinguen por un manejo intensivo y profesional. “Cada uno cuenta con 20 bajadas y se realizan tres ordeñes al día. El año pasado, el promedio anual fue de 36 litros por vaca cada día, llegando a picos de 43 litros y un mínimo de 26 litros, incluso en los períodos más complicados”, resalta el informe.

La producción se basa en una estructura pastoril complementada con una alta suplementación, particularmente de silos. “Desde hace más de ocho años estamos perfeccionando nuestra estrategia de producción forrajera. Nos enfocamos en garantizar una base alimenticia sólida mediante silos y en maximizar la eficiencia en el uso de pasturas y verdeos”, explica Palazzo.

Una de las estrategias ha sido la fertilización nitrogenada en los verdeos de gramíneas, lo que ha permitido duplicar su producción. Asimismo, se ha trabajado en la optimización de los momentos de consumo: en el caso de las gramíneas, se realiza al llegar a las tres hojas, mientras que en las pasturas de alfalfa se asegura que alcancen los siete nudos.

“Lo que no se consume, se destina a reserva”, afirma Palazzo. El pastoreo de cada parcela se gestiona en turnos diarios o de medio día, utilizando dos grupos: el primero, compuesto por el ganado de mejor calidad, y el segundo, con vacas secas o vaquillonas en recría.

“Estas prácticas garantizan una alta eficiencia en la recolección y ayudan a reducir los costos de alimentación, que son los más significativos en el tambo, disminuyendo la dependencia de compras externas”, agrega Palazzo.

En años de sequía, esta estrategia resulta crucial. “Optamos por destinar los lotes más productivos para silo, lo que nos permitió mantener la alimentación. Sin embargo, este año llegamos al límite: debimos adelantar el picado para no quedarnos sin pasto y encerramos el 100% del rodeo, incluyendo vacas en producción, recría y secas. También utilizamos cultivos de cobertura, bien para picar o pastorear directamente, para evitar desabastecimientos”.

El informe señala que, además del enfoque en la alimentación, el sistema del tambo se apoya en una gestión reproductiva y sanitaria eficiente. “La inseminación se lleva a cabo entre el 15 de mayo y el 15 de febrero, evitando partos en los meses de mayor estrés térmico. Todo el rodeo es inseminado, y se aborda la sanidad de manera integral, implementando prácticas como el predipping, la terapia de secado y protocolos estandarizados”, detalla el informe.

La guachera registró una mortandad interanual del 8%. Aunque este porcentaje cumple con el objetivo de no superar el 10% para el año, se trabaja intensamente para alcanzar una meta más ambiciosa: reducir la mortandad de terneros al 6%, un eslabón crucial en el proceso de reposición.

“Este representa un verdadero desafío, sobre todo porque se trata de una guachera a campo”, explica Palazzo, y añade: “Para disminuir las muertes perinatales, construimos una sala de partos y contratamos un partero para asistir en las pariciones, especialmente en el caso de las vaquillonas, así como en el descalostrado de los terneros, etapa crítica para asegurar su supervivencia. Esto se complementa con un plan de sanidad mejorado”.

Además, se invierte en tecnologías para el bienestar animal, como comederos y encierros móviles para prevenir el barro, además de media-sombras móviles y sistemas de aspersión y ventilación en el tambo que mitigan los efectos de las altas temperaturas.

“En La Julia, la diversificación es sinónimo de resiliencia, y la profesionalización del tambo es fundamental para la estabilidad económica, incluso en contextos adversos para la agricultura”, concluye el informe.

“En estos años, el tambo nos dio un respiro. Puede que no lo subsidie directamente, pero sí ha permitido mantener el sistema productivo funcionando”, sostiene Palazzo y finaliza: “La eficiencia y la diversificación son clave para la supervivencia del tambo, que opera con márgenes muy estrechos, donde cada mejora puede marcar la diferencia”.

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