Sábado, 12 de julio de 2025   |   Nacionales

Milei intensifica la confrontación con la oposición, amenazando el blindaje para futuros vetos

La Casa Rosada desnudó una debilidad que se profundizó en medio de la última pulseada: no existe una sola vía de negociación con los gobernadores, sino interlocutores que se superpusieron entre sí. La ausencia de coordinación reveló el nivel de la interna que surca al entorno presidencial, entre Santiago Caputo y Karina Milei. Se incrementó la desconfianza entre el Ejecutivo y un variopinto bloque de gobernadores que decidió marcarle la cancha al Gobierno en el Congreso. El rol de las disputas territoriales, el incumplimiento de los compromisos asumidos y el costo político de dejar afuera de los pactos electorales a los aliados con poder de daño.
Milei intensifica la confrontación con la oposición, amenazando el blindaje para futuros vetos

El presidente Javier Milei no dudó en advertir que, si el Congreso aprobara leyes con impacto fiscal, serían vetadas. Asimismo, mencionó que, si la ratificación del veto fracasaba, estaba dispuesto a judicializar la aprobación de dichas normativas.

No escatimó en señalar a todos los mandatarios, tanto aliados como opositores, acusándolos de intentar “romper” al Gobierno. Aún más, los retó: “Jodan todo lo que quieran, los espero el 11 de diciembre”, en referencia a la fecha en que los resultados de las elecciones de octubre se reflejarán en el recambio legislativo.

Sin embargo, estos desafíos y arranques de ira resultaron en vano. El Presidente y la Casa Rosada sufrieron una contundente derrota legislativa el jueves pasado en el Senado, con un dato adicional: el veto a la ley de asistencia a Bahía Blanca fue rechazado.

No solo fallaron las amenazas presidenciales. Fracasó, una vez más, todo el dispositivo político de la Casa Rosada, que no logró torcer la voluntad del Senado ni coordinar una estrategia efectiva. Así, la posibilidad de que el Gobierno ratifique el veto quedó seriamente dañada, abriendo interrogantes poco esperanzadores para Milei en el futuro.

Con la bancada de Unión por la Patria y algunos senadores opositores convocando a la sesión, la Casa Rosada permaneció inactiva. No hubo llamados, ni mensajes por WhatsApp, tampoco gestos. Al contrario, solo el reprimenda pública del Presidente a los gobernadores que lo habían apoyado en la Ley Bases y en todas sus iniciativas de corte fiscalista. Muchos de ellos, hasta hace poco, eran posibles aliados electorales.

Para Balcarce 50, la jornada fue caótica. Solo cuando las votaciones ya eran definitivas, el oficialismo se dispuso a hacer un control de daños. ¿Qué ofrecieron? Absolutamente nada. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, levantó el teléfono y habló con algunos gobernadores.

Paralelamente, el secretario de Hacienda, Carlos Guberman (quien está a cargo de las finanzas), intentaba abrir un canal de negociación.

Según pudo reconstruir PERFIL, las interlocuciones se superpusieron y resultaron contradictorias. Algunos funcionarios pedían que los senadores se levantaran y vaciaran la sesión; otros, que votaran en contra de los proyectos en discusión.

Los gobernadores ya habían manifestado su disconformidad al habilitar el quórum en la última sesión de Diputados. No obstante, la Casa Rosada ignoró estas señales.

Las descoordinaciones y superposiciones del dispositivo político fueron acompañadas por la estrategia ideada por Eduardo “Lule” Menem, que busca jugar “puro violeta” en cada distrito. Los roces electorales con los jefes territoriales se trasladaron a la arena legislativa, y hasta los senadores de Corrientes que responden a Gustavo Valdés dieron quórum, lo cual es una señal clara. El próximo 31 de agosto, radicales y libertarios se disputarán la gobernación correntina. Los intentos de acuerdo también fracasaron.

El propio Carlos “Camau” Espínola, que coqueteaba con la idea de ser el candidato libertario en la provincia, terminó aliándose con Valdés, habilitando a su vez el tratamiento de proyectos sensibles para las arcas libertarias. El “No hay Plata” de Milei no resonó en el recinto del Senado.

En el oficialismo lo reconocen. Desde el “caso Kueider”, construir una mayoría en el Senado les resulta imposible. Una vez resuelta la votación, solo pudieron descargar su furia contra la vicepresidenta, Victoria Villarruel. Un signo de impotencia, pero también de fragilidad en un momento de adversidad. Ahora, algunas voces alertan sobre el escenario en Diputados, que, a priori, está lejos de los “87 héroes” que el año pasado permitieron a Milei consolidar el veto a una nueva fórmula jubilatoria.

En el oficialismo realizan cálculos y afirman que cuentan con 75 votos de los 257 que componen la Cámara de Diputados. Este escenario obliga al Gobierno a seguir trabajando para incrementar su número de apoyos, aún distante. En este contexto, se suma la competencia electoral y el incumplimiento de los compromisos que la Casa Rosada asumió (fondos, obras, compensaciones) y de los cuales todos los mandatarios se quejan en privado.

Las descoordinaciones en el dispositivo político no son una novedad. Hay gobernadores que, hasta hace poco, consideraban al asesor Santiago Caputo como una “ventanilla” capaz de resolverles problemas de gestión, como destrabar préstamos internacionales. Con el avance del calendario electoral, Caputo ha quedado cada vez más relegado, y su poder de influencia ha disminuido en detrimento del ala liderada por Karina Milei y Lule. La hermana del Presidente ha asumido el control de las negociaciones y de los armados electorales.

No obstante, cada caso es diferente. Entre los mandatarios circula la certeza de que el jueves se envió un mensaje claro: se evidenció la importancia del apoyo de los gobernadores y su capacidad de causar daño. En provincias como Mendoza, bajo la conducción del radical Alfredo Cornejo, no se cerró la posibilidad de un acuerdo. Lo mismo ocurre en Entre Ríos con Rogelio Frigerio, uno de los territorios donde se eligen senadores. Un armado sólido será clave para enfrentar al peronismo. Sin embargo, persisten dudas sobre los vetos y las alianzas electorales. Por ahora, la única certeza es que los textos impulsados por las provincias contarán con aprobación segura en Diputados.

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