Miércoles, 21 de mayo de 2025   |   Campo

Lugares que integran producción y turismo rural para el disfrute del público

Lugares que integran producción y turismo rural para el disfrute del público

CÓRDOBA.- En el valle cordobés de Calamuchita, diversos emprendedores combinan la producción agrícola con el turismo rural, buscando avanzar hacia proyectos sostenibles que beneficien tanto al medio ambiente como a la comunidad.

Altos de Calmayo, una posada rural ubicada en las Sierras de Calamuchita, se encuentra a unos 90 kilómetros de Córdoba Capital. Ofrece actividades campestres durante todo el año en un predio de diez hectáreas que alberga un parque natural con flora autóctona, atravesado por el arroyo Calmayo. En sus instalaciones, hay corrales con ovejas y jabalíes, así como un área dedicada a la cosecha de plantas aromáticas.

María Julieta Astrada, nacida en ese campo y criada en una familia de productores ganaderos, siempre se ha sentido atraída por la cría de ovinos, valorando el potencial que ofrecen su lana, cuero y carne. Junto a su esposo, Alejandro Reale, tienen alrededor de cincuenta ovejas madre y están concentrando sus esfuerzos en la producción de carne de cordero.

“Estamos trabajando con INTA para mejorar la genética”, explica Astrada. “Nuestro objetivo es poder enviar animales a los frigoríficos de Río Cuarto que procesan corderos. También estamos enfocados en la producción de cuero y lana”.

Además, han creado una granja para que los más pequeños puedan conocer animales como gallinas, cerdos y caballos (que no están destinados al paseo a caballo). También ofrecen recorridos para apreciar el bosque nativo, dado que en esta zona no hay vegetación exótica. En 2024, realizarán una experiencia de esquila en la posada para “valorar este oficio, la lana, los tintes naturales que ofrece el monte y los platos que incluyen carne de cordero. Buscamos resaltar las tradiciones, que van más allá del folklore. Queremos ofrecer una experiencia rural cómoda”.

A seis kilómetros de San Agustín, se encuentra Posta Calma, un emprendimiento familiar que fusiona historia, naturaleza y sostenibilidad. Dirigido por Nadia Supertino y Mario Alejandro Ciccioli, también llevan adelante una producción ganadera sostenible que respeta el entorno y fomenta una convivencia armoniosa con la naturaleza.

Supertino completó una diplomatura en Turismo Rural en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Posta Calma inició su actividad en 2022, dos años después de adquirir un campo de 730 hectáreas, en su mayoría cubierto por bosque nativo.

“Comenzamos con ganadería regenerativa, enfocándonos en mejorar el suelo y preservar el ecosistema. Utilizamos parcelas pequeñas delimitadas con boyeros eléctricos para evitar la sobrecarga de la tierra”, relata a LA NACION. Cuentan con 70 vacas y 80 terneros que se alimentan de los forrajes naturales que crecen en el monte, con la recría de los terneros llevándose a cabo en una parcela llamada “chacra”.

Ambos son originarios de familias productoras de la zona de Oncativo. Al año de haber comenzado con la cría de ganado, decidieron añadir el componente turístico a su proyecto: “Combinamos la producción con lo que atrae a los visitantes. En Calamuchita hay mucho interés. Estamos en una zona roja, protegida por el bosque nativo”.

La finca Los Nogales, situada entre San Agustín y Almafuerte, a 12 kilómetros de Piedras Moras, produce frutas finas, lavanda, orégano, romero y peperina de manera agroecológica, además de destilar aceites esenciales. Durante la sequía de 2023-2024, perdieron 80 nogales y toda su cosecha de fresas, frambuesas y bayas, lo que les llevó a adquirir un molino harinero para procesar las chauchas de algarrobo que habían recolectado.

Silvana Sartor y Víctor Mongi, responsables de Los Nogales, explican: “Mientras esperábamos los fondos, las chauchas se secaron. Entonces, nos reconvertimos y ahora producimos especias aromáticas en polvo y harina de uva, que sigue en fase experimental. Nuestros aceites se elaboran mediante el sistema de arrastre de vapor, sin maceración ni mezclas con otros aceites. Aunque es un proceso costoso, el resultado es de alta pureza. Todos los productos frutales que hemos vuelto a cultivar los transformamos en mermeladas artesanales, siendo la de lavanda nuestra especialidad”.

Silvana agrega que están decididos a “no rendirse. En nuestros genes llevamos la determinación de seguir adelante. Hemos enfrentado muchos desafíos, pero continuamos esforzándonos por atraer más turismo, trabajando de cerca con la comunidad”.

Los tres emprendimientos están vinculados al trabajo de la Facultad de Agricultura, y la red de turismo rural está coordinada por Marcela Pasqualli, quien señala que su objetivo es “capacitar, formar y colaborar para que todos puedan trabajar juntos”.

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