Jueves, 22 de mayo de 2025   |   Campo

Líderes del sector ganadero analizan el actual buen momento y sus previsiones futuras

Líderes del sector ganadero analizan el actual buen momento y sus previsiones futuras

En un contexto que muchos en el sector agropecuario califican de “histórico”, la ganadería argentina atraviesa un momento alentador: hay una elevada demanda global de carne, óptimos precios en el mercado interno y un renovado enfoque en la genética como motor para el crecimiento a mediano y largo plazo.

Diversas cabañas de prestigio de distintas regiones del país se hicieron presentes en la 82ª Expo Angus. Allí, referentes de la raza compartieron cómo enfrentan los desafíos actuales, mientras visualizan un futuro basado en la inversión y la innovación.

“Con la cabaña Angus llevamos 90 años y con la Brangus, más de 15. El negocio ganadero es a largo plazo”, comentó Alejandro Saleme, de la cabaña Moromar, ubicada en Balcarce, y La Aurora Norte en Chaco.

“Al pensar en programas genéticos, se hace con una perspectiva de cinco años, sin importar el contexto actual. Hay momentos buenos y otros no tanto, pero hoy en día creo que estamos en un gran momento para la ganadería”, reflexionó.

Saleme enfatizó la necesidad de centrarse en el mediano plazo y aprovechar las condiciones internacionales favorables. “La escasez de carne roja en el mundo abre una buena etapa para Argentina en cuanto a la exportación, lo que se traducirá en beneficios para todos los ganaderos del país”, proyectó.

La clave, según él, está en continuar apostando por la mejora genética. “La mayor inversión recae en la genética. Trabajamos con datos, buscando características económicamente relevantes, como la calidad de carne. Si bien hoy en Argentina no se paga adecuadamente, en el futuro sí lo hará, tal como sucede en Estados Unidos. El crecimiento de la carne Angus certificada lo demuestra”, sostuvo.

En este sentido, detalló que en su cabaña seleccionan animales por la calidad de carne, evaluando la grasa intramuscular, el área del ojo de bife y la grasa dorsal. “El Gran Campeón del año pasado, Moroneta, supera en un 1% esas características. Hemos roto un paradigma al lograr triunfar en pista trabajando con datos”, subrayó. Además, añadió: “Cada vez más, los jurados valoran los números. Es fundamental encontrar un equilibrio: no todo es cifra, el fenotipo también cuenta, pero nuestra base está en los DEPs (Diferencias Esperadas en la Progenie)”.

Hacia el oeste, en General Acha, la familia Trappa gestiona la cabaña Curacó. Luciano Trappa coincidió en que el futuro está en la inversión constante. “La fundó mi padre hace 25 años, con la visión de trabajar fuertemente en genética. En aquellos tiempos éramos vistos como figuras raras, pero ahora eso comienza a aportar un valor agregado”, comentó.

“La raza Angus se especializa en carne. Invertimos en inseminación y en traer toros del exterior, lo que ha generado un cambio genético que permite obtener más kilos de carne”, añadió.

Trappa destacó los actuales precios de la hacienda, subrayando la importancia de aprovechar esta situación, pero también de pensar en el futuro: “Debemos preguntarnos qué tipo de ganadería queremos, qué animales producir y qué peso objetivo queremos alcanzar. Existe una demanda externa que requiere un tipo de animal diferente al que busca el mercado interno, y es necesario unificar criterios para mejorar toda la cadena”.

La cabaña Curacó también busca cerrar el ciclo productivo en el mismo establecimiento. “Producimos el ternero, lo alimentamos hasta alcanzar los 500 kilos y, con logística propia, lo llevamos a los centros de consumo que valoran ese animal”, afirmó. “Nuestro futuro está en seguir invirtiendo en el rubro, ya que creemos que tiene un gran potencial”, concluyó.

En Indio Rico, partido de Coronel Pringles, Alfredo Bellocq dirige la cabaña Santa Rosa, que cuenta con 300 vacas de pedigree. Como veterinario de formación, lleva 21 años dedicándose plenamente a la genética. “Comencé con tres vacas y hoy tengo 300. En esta exposición he visto precios históricos en los remates. Vacas paridas alcanzan los $3,5 millones (lo que pisa), lo que equivale a alrededor de US$6,000. Nunca se habían pagado estos precios. Es algo que no había presenciado en toda mi vida”, aseguró el propietario de la cabaña Indio Nuevo.

Sin embargo, no todo gira en torno a la rentabilidad. Bellocq alertó que la decisión de invertir depende de múltiples factores. “Mucho de ello depende de la nutrición y del espacio disponible para los vientres. A veces es doloroso desprenderse de las vacas, es difícil alejarse de lo que consideras tu fábrica. Si vives de esto, no es sencillo”, indicó.

Al igual que sus colegas, enfatizó el papel central de la genética. “En los remates, cuando hay respaldo genético, los precios son siempre más altos. La genética te devuelve todo a futuro”, afirmó.

Un desafío común entre los tres criadores es la escasez de personal calificado en el campo. “Para mí, esa es la mayor amenaza”, comentó Saleme, añadiendo que “hoy en día, la gente no quiere trabajar en el campo, especialmente en ganadería. Es una preocupación constante. Algo similar ocurre en Estados Unidos: vas a un rancho y a menudo son los dueños quienes atienden, porque no hay personal disponible”.

A pesar de las dificultades, todos coincidieron en que el camino a seguir es continuar apostando por la ganadería. “La ganadería argentina no tiene nada que envidiarle a Estados Unidos o Australia. Estamos a la par en calidad y fenotipo. La diferencia reside en cómo seguimos invirtiendo para crecer”, afirmó Trappa.

Con una creciente demanda global, precios favorables y tecnología disponible, la ocasión es propicia. El futuro de la ganadería argentina está en marcha, y quienes invierten hoy están definiendo lo que vendrá. “A nivel mundial falta carne roja y hay que aprovecharlo”, concluyó Saleme.

Déjanos tu comentario: