
Durante su reciente visita a Medio Oriente, el presidente Donald Trump anunció un significativo cambio de política al levantar las sanciones de Estados Unidos impuestas a Siria. Esta decisión, que podría reconfigurar la dinámica en la región, generó una lucha dentro del Gobierno estadounidense sobre la implementación de la medida, según informaron tres fuentes cercanas al tema.
Funcionarios de la administración Trump habían estado en contacto discretamente durante meses para facilitar la reducción de sanciones y explorar una posible colaboración con el presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, un exyihadista. Sin embargo, el anuncio de la inmediata eliminación completa de las sanciones sorprendió a algunos en la administración, de acuerdo con las fuentes consultadas.
“No fue una decisión impulsiva del presidente. La posibilidad se había discutido durante meses, pero Trump se adelantó a lo que realmente estaba sucediendo en términos de trabajo administrativo”, comentó una de las fuentes.
La reunión entre Trump y al-Sharaa era inimaginable hasta hace poco, dado que Siria había estado atrapada en una guerra civil brutal durante más de una década, hasta que al-Sharaa lideró un levantamiento que resultó en la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre.
El secretario de Estado, Marco Rubio, aclaró cómo se implementaría este nuevo enfoque aproximadamente 24 horas después del anuncio de Trump. Explicó que Estados Unidos empezaría a otorgar exenciones de sanciones a Siria, aunque estas son actualmente obligatorias por ley.
“Si avanzamos lo suficiente, nos gustaría que se derogara la ley, porque será complicado atraer inversiones en un país donde las sanciones pueden reaparecer en seis meses. Aún no hemos llegado a ese punto. Es demasiado pronto”, indicó Rubio.
El Gobierno está realizando una compleja revisión técnica de las sanciones, un proceso que se espera durará semanas. Si bien la administración tiene amplia autoridad para emitir exenciones, el procedimiento será lento.
Un funcionario de la administración Trump anunció que el Tesoro “probablemente emitirá licencias generales que abarquen una variedad de sectores económicos críticos para la reconstrucción en las próximas semanas”.
Durante su discurso en Riad, Trump hizo un guiño al príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman. “Lo que hago por el príncipe heredero”, afirmó Trump al mirarlo. “Las sanciones fueron brutales y devastadoras, cumplieron una función importante, pero ahora les toca brillar”.
Este gesto evidenció el rol fundamental de los funcionarios saudíes durante meses, quienes argumentaron que el levantamiento de sanciones beneficiaría la economía siria y ayudaría a estabilizar la región.
Por su parte, Turquía también mantuvo conversaciones con Estados Unidos sobre Siria y estaba al tanto de los esfuerzos para evaluar la posibilidad de levantar las sanciones, manifestando su respaldo a esas iniciativas. Trump dijo haber tomado la decisión de eliminar las sanciones tras dialogar con el príncipe heredero saudita y con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Al momento del anuncio, ambos países estaban representados. Bin Salman asistió a la reunión con al-Sharaa, mientras que Erdogan participó de manera virtual. Sin embargo, no todos los aliados estadounidenses estaban de acuerdo con el rumbo que tomaba Trump. Israel se opuso y Trump ignoró sus preocupaciones.
Un funcionario israelí reveló a CNN que el primer ministro Benjamin Netanyahu le había solicitado a Trump, en una reunión en abril, que no levantara las sanciones, argumentando que podría repetirse lo que sucedió el 7 de octubre de 2023, cuando militantes de Hamas atacaron Israel. En su viaje de regreso de Medio Oriente, Trump admitió que “no consultó” a Israel sobre las sanciones.
“Pensé que era lo correcto”, afirmó Trump.
La reunión con al-Sharaa llegó tras meses de contacto entre funcionarios estadounidenses y sirios, durante los cuales se buscaba construir una relación con el nuevo Gobierno y discutir el alivio de sanciones. El ministro sirio de Asuntos Exteriores, Asaad Hassan al-Shaibani, visitó Washington en abril para participar en reuniones del Fondo Monetario Internacional y se reunió con funcionarios estadounidenses.
Dichas reuniones fueron antecedidas por un encuentro inicial en París en marzo, donde se discutieron las condiciones que deberían cumplirse para considerar el levantamiento de sanciones, incluyendo la colaboración en la lucha antiterrorista y la eliminación de armas químicas.
Los representantes sirios también buscaron dialogar con actores ajenos al Gobierno estadounidense como parte de su estrategia para conseguir el levantamiento de sanciones. Según Jonathan Schanzer, director ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las Democracias, los sirios intentaron presentar a su Gobierno como algo diferente al régimen de al-Assad.
Sin embargo, el Departamento de Estado había advertido a los miembros del Congreso contra visitar Siria a principios de este año, insistiendo en un enfoque cauteloso. “El Departamento de Estado quería avanzar con paso firme y no apresurarse hacia este resultado con al-Sharaa”, señaló una fuente familiarizada con las conversaciones.
En el camino hacia la flexibilización de sanciones, dos figuras destacadas se manifestaron en contra: el jefe de contraterrorismo de la Casa Blanca, Sebastian Gorka, y Joel Rayburn, quien había sido enviado especial de Trump para Siria y fue nominado para liderar la Oficina de Asuntos del Medio Oriente del Departamento de Estado.
Gorka expresó su escepticismo sobre la “normalización” con al-Sharaa, argumentando que “una vez yihadista, siempre yihadista”. Durante una entrevista, destacó la importancia de incluir a grupos minoritarios en el nuevo Gobierno y enfatizó que “ahora veremos si el actual líder temporal puede cumplir con lo que se espera”.
Rayburn, por su parte, también mostró dudas sobre el apoyo global hacia al-Sharaa, pero durante su audiencia de confirmación en el Senado, reafirmó su compromiso de implementar las políticas de Trump y Rubio respecto a Siria.
La senadora Jeanne Shaheen interrogó a Rayburn sobre “rumores” sobre un posible asesinato de al-Sharaa, mencionando que el rey Abdullah de Jordania había planteado la preocupación de que un cambio de liderazgo podría desembocar en una guerra civil total en Siria. Rayburn respondió que no tenía conocimiento de tales esfuerzos, pero que eso claramente no coincidía con la intención del presidente.
A medida que la administración Trump avanza en la aplicación de esta nueva política, expertos y grupos que apoyan la sociedad civil siria advierten sobre la complejidad de la situación. Algunos sugieren que levantar las restricciones estadounidenses sobre las exportaciones a Siria será crucial para comenzar a reconstruir la economía, además de aliviar las sanciones.
No está claro si el Gobierno provisional sirio ha aceptado todas las demandas estadounidenses, que fueron presentadas antes del anuncio de Trump. No obstante, Rubio declaró que el Gobierno de al-Sharaa había sugerido su compromiso con los principios dictados por la comunidad internacional: un Gobierno inclusivo, paz con sus vecinos, incluida Israel, y la expulsión de los terroristas. Además, se comprometió a trabajar con Estados Unidos para erradicar las armas químicas.
Rubio también advirtió que el camino hacia una relación normalizada con al-Sharaa no sería inmediato. “Esta es una relación nueva. Apenas hace 24 horas que nos conocemos”, destacó Rubio. “Queremos ver progreso, y daremos un paso por cada uno que ellos hagan. Reconocemos que será un largo proceso, pero esta es una oportunidad histórica, y si se lleva a cabo correctamente, podría tener un impacto transformador en la región.”