
La cotización del dólar en el Banco Nación cerró el viernes a $1.260, marcando un nuevo récord desde el levantamiento del cepo para personas físicas y registrando un aumento considerable a lo largo de la semana. La rapidez de este avance transformó las expectativas del mercado, especialmente tras varios meses de relativa estabilidad.
Entre los factores que explican esta nueva tendencia, se destacan el final de la temporada alta de liquidación de exportaciones agropecuarias y la proximidad de las elecciones presidenciales; dos elementos que los analistas consideran cruciales para prever la evolución del tipo de cambio en la segunda mitad del año.
Con el cierre de la etapa de mayores ingresos en divisas por exportaciones, el mercado parece adoptar una postura más atenta hacia la cotización del dólar, anticipando nuevos desafíos para la gestión cambiaria.
Menos oferta de divisas
El primer cambio estructural señalado por los analistas es la expectativa de una oferta de dólares más limitada. Durante el primer semestre, la liquidación de exportaciones agrícolas ayudó a fortalecer las reservas del Banco Central y a contener el aumento del dólar. Con la llegada de la segunda mitad del año, la estacionalidad afecta y reduce ese respaldo de divisas.
En un informe de J.P. Morgan, se destacó que “el fin del periodo fuerte de ventas del agro deja al tipo de cambio más expuesto a las dinámicas de la demanda y la oferta financiera”.
Asimismo, Barclays advirtió que la liquidación del sector exportador se retraerá en las próximas jornadas y que, por ende, el Gobierno enfrentará “un escenario donde la oferta de divisas se ve comprometida por factores estacionales”.
En este contexto, y sin señales de que el dólar caiga al piso de la banda —punto en el cual el BCRA saldría a comprar reservas—, los análisis comienzan a considerar la posibilidad de cierta volatilidad cambiaria.
“La acumulación de reservas vuelve a ocupar el centro de la escena, ya que es el principal factor para evitar episodios de tensión y subidas abruptas en la brecha”, resaltó un informe de la sociedad de Bolsa Cohen.
La política y su impacto en el mercado
La proximidad del proceso electoral representa el segundo gran elemento de incertidumbre para la evolución del dólar y las estrategias oficiales.
Los analistas coinciden en que la demanda de cobertura tiende a aumentar a medida que se acercan episodios de definición política, incluso en contextos de cierta normalidad económica. J.P. Morgan destacó que “el ciclo electoral por sí mismo habilita mayor volatilidad, a medida que crecen las dudas en torno a la continuidad de las políticas actuales”.
De manera similar, Barclays enfatizó el riesgo de “una mayor demanda de cobertura cambiaria en las semanas previas a la elección, mientras los agentes busquen anticipar cualquier movimiento disruptivo o cambio en la política económica”.
Cohen añadió que los episodios electorales, combinados con una menor oferta de divisas, suelen desencadenar reacciones defensivas en los mercados.
“El principal desafío será sostener la calma que predominó en la primera parte del año en un contexto más exigente”, concordó la consultora Outlier.
PxQ, la consultora de Emanuel Álvarez Agis, también subrayó la relevancia del frente político y estimó que la administración oficial intentará contener cualquier presión, reforzando el uso de herramientas de intervención: “El Gobierno ha decidido renovar todas las herramientas disponibles para evitar movimientos bruscos en el dólar antes de las elecciones”.
La variable prioritaria
El nivel de reservas del Banco Central se presenta como el principal punto de coincidencia entre consultoras, inversores y bancos de inversión.
La situación en este aspecto no es ideal y, aunque en mesas de operaciones y equipos de investigación reconocen que operar con márgenes reducidos no es nuevo para el ministro de Economía Luis Caputo ni para ningún hacedor de políticas económicas local, este tema se consolida como una de las mayores preocupaciones.
Un análisis de AdCap, realizado por Eduardo Levy Yeyati y Federico Filippini, empleó métricas recomendadas por el FMI para mercados emergentes y calculó cuál sería el nivel óptimo de reservas internacionales. La conclusión es que estamos lejos: “las reservas óptimas de Argentina deberían situarse entre 57.800 y 78.700 millones de dólares estadounidenses. Para ponerlo en contexto, el nivel actual —descontando el swap con China— cubre solo entre el 36% y el 49% de ese rango”.
No solo AdCap expresa preocupación por esta variable. Barclays subrayó: “El BCRA debe fortalecer su posición de reservas para reducir el riesgo de episodios de inestabilidad”.
Las reservas óptimas de Argentina deberían situarse entre 57.800 y 78.700 millones de dólares estadounidenses (Levi Yeyati – Filippini)
En la misma línea, Cohen puntualizó que “la acumulación de reservas es el factor central para evitar episodios de tensión en la brecha y la volatilidad de los dólares alternativos”.
En el segundo semestre, lograr incrementar las reservas cuando los ingresos en divisas por exportaciones disminuyen representa un desafío.
Los desafíos
A pesar del aumento en el dólar spot y de cierta volatilidad en el mercado de futuros, ni los precios del mercado ni los análisis de los economistas prevén un salto cambiario. Sin embargo, existen matices respecto al riesgo de un incremento más pronunciado durante la segunda parte del año.
J.P. Morgan, al anunciar que abandonaba su estrategia de carry trade, mantuvo una perspectiva positiva sobre el plan económico argentino a mediano plazo, aunque reconoció ciertas dudas a corto: “Los riesgos de movimientos disruptivos tienden a aumentar en momentos de incertidumbre electoral, especialmente si las reservas no se recuperan con fuerza”.
Barclays optó por resaltar que “las perspectivas siguen respaldadas por señales de consolidación macroeconómica y confianza en el sendero de reformas”, aunque advirtió que “el efecto que podría tener la mayor demanda de cobertura en un ambiente político incierto no debe subestimarse”.
Cohen reforzó la percepción sobre la importancia del nivel de reservas, pero sostuvo que “no hay elementos objetivos que indiquen una corrección abrupta, siempre y cuando la política de intervención siga siendo clara y se refuercen las reservas”.
No hay elementos objetivos que indiquen una corrección cambiaria abrupta, siempre y cuando la política de intervención siga siendo clara y se refuercen las reservas (Cohen)
Outlier relativizó los riesgos de un salto en el dólar, pero reconoció: “El segundo semestre presenta desafíos crecientes en comparación con el primero, pero la actual administración cuenta con margen de maniobra si mantiene disciplina en la política cambiaria y fiscal”.
PxQ, por su parte, destacó que la gestión oficial profundizó el uso de regulaciones e instrumentos de intervención, subrayando que la prioridad es evitar “saltos significativos en el precio del dólar” durante este período sensible de definiciones políticas.