Las esquinas para monedear más rentables de Paraná ya no son patrimonio de los chicos paranaenses. Primero, porque como aseguró Antonio Cosentino, director del hogar de los Chicos de la Calle local, el trabajo de detección de los operadores de la institución es eficaz y prácticamente ya no hay chicos de Paraná que duerman en la calle; y además, porque la llegada de chicos de Santa Fe hizo que fueran ellos los que ocuparan los lugares vacantes y debieran pernoctar en las calles paranaenses.
Cosentino informó que la situación fue advertida a las autoridades de minoridad de Santa Fe y, entre una serie de medidas, se cursaron notas a las empresas de transporte interurbano que unen ambas ciudades para que evitaran trasladar a menores solos.
Relató que una llamada de un vecino dio cuenta de que en calle Antonio Crespo, en Paraná, había un grupo de chicos acompañados por varios adultos. Luego de una serie de averiguaciones en la zona se localizó una vivienda abandonada en el Thompson, en la que vivían seis adultos y 10 chicos, todos provenientes de Santa Fe. De las averiguaciones de rigor surgió que algunos eran oriundos del Chaco y que una mujer estaba con su hijo y otro niño, hijo de una vecina que la autorizó para que lo llevara. Las autoridades santafesinas fueron informadas de la situación.
La niñez en la calle El trabajo de los operadores en la calle detectó que las causas que obligan a los chicos a irse de sus casas y a emigrar de su provincia son las mismas que existen aquí: desocupación, familia numerosa y violencia física o psicológica.El hogar de los Chicos de la Calle, en Paraná, fue creado en 1989 y entre sus objetivos se encontraba brindar a los niños que por distintos motivos dormían en la calle, un lugar seguro donde pernoctar.
Luego venían otras metas, como reincorporarlos a la escuela, contenerlos en lo laboral y, fundamentalmente, reintegrarlos al ámbito familiar. Con el transcurso del tiempo incorporó nuevas situaciones que resolver, tal el caso de los chicos santafesinos que llegan a Paraná buscando mejores horizontes en el magro mercado laboral que las políticas de exclusión les dejan.
“Una situación nueva que se nos presentó es la de los chicos que vienen de Santa Fe. Antes había, pero muy pocos, ahora es más frecuente encontralos”, expresó Cosentino. Del contacto con ellos surgió que emigran de su ciudad porque la competencia en la búsqueda del dinero para sobrevivir es mayor. Así, las esquinas de la capital entrerriana son escenario de niños y adolescentes santafesinos que limpian vidrios y hacen malabares para ganarse la moneda diaria. Junto a la necesidad y el deseo de reparar carencias afectivas y económicas los chicos traen modalidades de conductas propias.
“En lo que respecta a adicciones hubo un grupo de Santa Fe que consumía pegamento. Antes también había, pero en Paraná no tenemos chicos que presenten estas características”, y agregó: “No los tenemos porque tenemos un trabajo previo y en Santa Fe nunca trabajaron con chicos de la calle, no tienen ninguna experiencia sobre eso, pero además no se habían dado cuenta que existían chicos de la calle”.
Cosentino recordó una reunión de hace 10 años “con una psicóloga que trabajaba en Minoridad en Santa Fe y decía que no había chicos en esa situación, pero nosotros viajábamos y los veíamos. Aparentemente el pueblo santafesino los ignoraba”.
Ante este fenómeno Cosentino precisó que se está tratando de articular con especialistas de la vecina orilla la implementación del proyecto chicos de la calle de Paraná en Santa Fe, y con esa herramienta trabajar para que el niño o niña pueda volver a su barrio junto a su familia.
Básicamente el método funciona así: el operador trabaja en la calle acercándose al chico, luego que este le tome confianza tratará de llegar a la familia; a partir de allí se elabora una estrategia para que el niño o niña sea contenido por el grupo familiar.
El director informó que mantuvieron contactos con Cristina Hueste, titular de un hogar de admisión santafesino que “está pasando por una difícil situación, porque debe atender a chicos con problemas de adicción, con causas penales y otros problemas. Ahora nosotros tenemos la ventaja de que sólo trabajamos con chicos de la calle”.
También precisó que están intentando acordar medidas con instancias de mayor poder de decisión que el Consejo del Menor de Santa Fe para articular acciones con las familias de los chicos.
Marchas y contramarchas Cosentino recordó que “primeramente, a los chicos de Santa Fe tuvimos que intentar traerlos acá. Al principio estuvo todo bien, pero luego se dio como una desconfianza porque los trajimos, estuvieron una semana, se engancharon con todos los talleres, pero desde Santa Fe, cuando les informamos de la situación nos dicen que tenemos que mandarlos para allá. Entonces ellos lo tomaron como que los traicionamos porque no querían volver. Ahora están nuevamente en Paraná y nos cuesta traerlos. Perdieron la confianza en nosotros”.
Cosentino alertó que sin un trabajo previo con las familias por parte de las autoridades santafesinas será muy difícil abordar con éxito el problema, a pesar de lo que se pueda realizar en el hogar en Paraná. (UNO)
Cosentino informó que la situación fue advertida a las autoridades de minoridad de Santa Fe y, entre una serie de medidas, se cursaron notas a las empresas de transporte interurbano que unen ambas ciudades para que evitaran trasladar a menores solos.
Relató que una llamada de un vecino dio cuenta de que en calle Antonio Crespo, en Paraná, había un grupo de chicos acompañados por varios adultos. Luego de una serie de averiguaciones en la zona se localizó una vivienda abandonada en el Thompson, en la que vivían seis adultos y 10 chicos, todos provenientes de Santa Fe. De las averiguaciones de rigor surgió que algunos eran oriundos del Chaco y que una mujer estaba con su hijo y otro niño, hijo de una vecina que la autorizó para que lo llevara. Las autoridades santafesinas fueron informadas de la situación.
La niñez en la calle El trabajo de los operadores en la calle detectó que las causas que obligan a los chicos a irse de sus casas y a emigrar de su provincia son las mismas que existen aquí: desocupación, familia numerosa y violencia física o psicológica.El hogar de los Chicos de la Calle, en Paraná, fue creado en 1989 y entre sus objetivos se encontraba brindar a los niños que por distintos motivos dormían en la calle, un lugar seguro donde pernoctar.
Luego venían otras metas, como reincorporarlos a la escuela, contenerlos en lo laboral y, fundamentalmente, reintegrarlos al ámbito familiar. Con el transcurso del tiempo incorporó nuevas situaciones que resolver, tal el caso de los chicos santafesinos que llegan a Paraná buscando mejores horizontes en el magro mercado laboral que las políticas de exclusión les dejan.
“Una situación nueva que se nos presentó es la de los chicos que vienen de Santa Fe. Antes había, pero muy pocos, ahora es más frecuente encontralos”, expresó Cosentino. Del contacto con ellos surgió que emigran de su ciudad porque la competencia en la búsqueda del dinero para sobrevivir es mayor. Así, las esquinas de la capital entrerriana son escenario de niños y adolescentes santafesinos que limpian vidrios y hacen malabares para ganarse la moneda diaria. Junto a la necesidad y el deseo de reparar carencias afectivas y económicas los chicos traen modalidades de conductas propias.
“En lo que respecta a adicciones hubo un grupo de Santa Fe que consumía pegamento. Antes también había, pero en Paraná no tenemos chicos que presenten estas características”, y agregó: “No los tenemos porque tenemos un trabajo previo y en Santa Fe nunca trabajaron con chicos de la calle, no tienen ninguna experiencia sobre eso, pero además no se habían dado cuenta que existían chicos de la calle”.
Cosentino recordó una reunión de hace 10 años “con una psicóloga que trabajaba en Minoridad en Santa Fe y decía que no había chicos en esa situación, pero nosotros viajábamos y los veíamos. Aparentemente el pueblo santafesino los ignoraba”.
Ante este fenómeno Cosentino precisó que se está tratando de articular con especialistas de la vecina orilla la implementación del proyecto chicos de la calle de Paraná en Santa Fe, y con esa herramienta trabajar para que el niño o niña pueda volver a su barrio junto a su familia.
Básicamente el método funciona así: el operador trabaja en la calle acercándose al chico, luego que este le tome confianza tratará de llegar a la familia; a partir de allí se elabora una estrategia para que el niño o niña sea contenido por el grupo familiar.
El director informó que mantuvieron contactos con Cristina Hueste, titular de un hogar de admisión santafesino que “está pasando por una difícil situación, porque debe atender a chicos con problemas de adicción, con causas penales y otros problemas. Ahora nosotros tenemos la ventaja de que sólo trabajamos con chicos de la calle”.
También precisó que están intentando acordar medidas con instancias de mayor poder de decisión que el Consejo del Menor de Santa Fe para articular acciones con las familias de los chicos.
Marchas y contramarchas Cosentino recordó que “primeramente, a los chicos de Santa Fe tuvimos que intentar traerlos acá. Al principio estuvo todo bien, pero luego se dio como una desconfianza porque los trajimos, estuvieron una semana, se engancharon con todos los talleres, pero desde Santa Fe, cuando les informamos de la situación nos dicen que tenemos que mandarlos para allá. Entonces ellos lo tomaron como que los traicionamos porque no querían volver. Ahora están nuevamente en Paraná y nos cuesta traerlos. Perdieron la confianza en nosotros”.
Cosentino alertó que sin un trabajo previo con las familias por parte de las autoridades santafesinas será muy difícil abordar con éxito el problema, a pesar de lo que se pueda realizar en el hogar en Paraná. (UNO)